6 de junio de 2011

ALGUNAS SIMBOLOGÍAS EN EL CEMENTERIO

   Un dibujo de la entrada del Cementerio de 1841

 La simbología de la muerte, con su precisa iconografía, tiene un lenguaje particular. Más allá de las cruces presentes en todo cementerio cristiano, se nos muestran ornamentos que poseen un contenido alegórico que a veces se nos escapa a la atención y que aquí desentrañaremos, sabedores de que estamos muy lejos de interpretar la mayoría de mensajes que encierran lápidas y mausoleos.
La particularidad de este cementerio ya se nos muestra desde la entrada. En la fachada diseñada por Antonio Ginesi destacan dos pirámides a ambos lados del pórtico de acceso. El cementerio que proyectó Ginesi es de estilo neoclásico pero incluye ciertos detalles o motivos que le valieron una agria polémica con academicistas y religiosos intransigentes. Creo personalmente que detrás de esas heterodoxas pirámides, no sólo se esconde la inspiración egipcia, tan de moda por aquellos tiempos, sino quizás algo mucho más sólido, la representación de un orden, de una jerarquía espiritual, del "ojo que todo lo ve". En definitiva, que podría ser un símbolo de significación masónica. Aunque no tenemos ninguna noticia de que Ginesi, arquitecto, vicecónsul de la Toscana y muerto prematuramente en 1824, tuviese vínculos con dicha sociedad secreta, de hecho la misma arquitectura como disciplina forma parte esencial de dicha doctrina y por tanto no es tan raro que podamos relacionarla con un elemento tan característico.
Dejando a un lado esa hipótesis, entretengámonos sin pasar de la entrada aún con otros símbolos más "vulgares", que se repiten tanto en las columnas como en la verja que rodea la plaza semicircular ajardinada de la entrada, todo posterior a Ginesi. Se trata de un símbolo también presente en lápidas y detalles del interior del recinto: la Adormidera.  La amapola del opio simboliza el sueño y la muerte, en definitiva, "el sueño eterno". Es una visión dulce de la muerte, casi lasciva.

Otro símbolo que se repite sobre todo en los mausoleos, son de hecho dos: la primera letra del alfabeto griego y la última, Alfa y Omega, A y Ω. Significan el principio y el fin. Y aquí no es sólo la metáfora de la vida sino también como se denomina a Jesús en el Apocalipsis, en quien el fin se convierte de nuevo en principio.


Detengámonos ahora en uno de los mausoleos del departamento tercero. Se trata de un panteón bien conservado perteneciente a la familia de Josep Feliu Gusiñé, un rico hacendado barcelonés, y veremos como en dicho conjunto, firmado por J. Barba, se desarrollan los temas simbólicos que antes hemos apuntado, más otros que son más evidentes.


Pues evidente es la profusión de ángeles en diversas actitudes, ya que además de los del exterior, hay representados dos más en la pequeña capilla interior, formando parte de un mosaico que rodea a un talla en mármol de un Jesucristo en la cruz, especialmente bello. Los ángeles son la guía de las almas, los guardianes de la tumba y expectativa o promesa de paraíso celestial.
A ambos lados de la construcción aparecen en relieve nuestras letras, Alfa y Omega. La primera con un adorno floral de rosas, amor y belleza, y la última, con las adormideras, el sueño eterno.